TORRELODONES, MADRID
Hay lugares en los que el arquitecto, lo mejor que puede hacer es apartarse y dejar que la arquitectura vaya entretejiéndose con el paisaje. Dejar que la pendiente del terreno marque la mejor ubicación, dejar que el sol le guíe en su devenir eterno, dejar que las vistas de la sierra polaricen las viviendas y dejar que los árboles articulen los espacios y las formas de las casas. Son líneas invisibles que guían nuestro proyecto que pretendemos respetar y potenciar mediante el proceso de diseño.
La naturaleza nos muestra el camino y nos enseña que absolutamente todo está relacionado.
Nuestro proyecto pretende plasmar esas leyes intangibles en el conjunto y en cada una de sus partes. Así, la urbanización nace respetando el corazón natural de nuestro proyecto, formando un todo con las viviendas, generadas a su vez como elementos orgánicos que se entrelazan cruzando la vida de quienes las habiten.