LISBOA
La arquitectura magnética
Todos hemos hecho en el colegio el experimento de colocar limaduras de hierro en un papel y hemos visto con los ojos como platos como formaban bonitos dibujos geométricos cuando se les acercaba por debajo un imán. Las curvas fluyen entre los dos polos por arte de magia plasmando las líneas de fuerza invisibles que los unen.
Es una buena imagen de lo que consideramos que debe ser la arquitectura. Debe ser el contramolde de los valores de su entorno y su programa. El arquitecto debe saber observar, investigar y descubrir esos pequeños polos magnéticos que rodean al edificio, ordenarlos en función de su relevancia e interpretarlos para saber plasmarlos en su arquitectura.
En este caso, la ría y el mar son un polo tan importante que eclipsan a todo lo demás, máxime cuando coinciden además con la mejor orientación solar. Estos factores, junto a la no computabilidad de las terrazas contrapeadas y el deseo de solucionar el eterno problema de que, en la esquina, las viviendas quedarían con orientación norte y este, nos llevó a apostar por un giro de 45º de las viviendas que garantiza el máximo contacto con el exterior de las estancias principales y un 100% de viviendas con las mejores vistas y orientación.
Es un gesto potente, que define la arquitectura de forma innovadora y contundente sin la necesidad de emplear materiales caros.
La base del edificio se utiliza para albergar la zona comercial y está segregada de la zona residencial por una planta invadida por un paisaje, cuidadosamente diseñado, que refleja la fuerte personalidad de la geometría del edificio. El magnetismo interviene en este espacio verde y acogedor, señalizando los flujos de circulación hacia los portales y teniendo como polo central una espectacular piscina orgánica, alrededor de la cual gravita toda la serie de espacios destinados al disfrute de este parque construido único.